Es muy temprano y estoy lejos de casa, no importa.
Suspiro y sigo.
No hay gente en la calle y muy poca en las paradas de colectivos. Vale la pena el viaje, es otra esperanza.
Estoy segura de lo que voy a hacer y me siento un poco mejor.
Freno mi angustia y pienso en aferrarme a las palabras que voy a escuchar.
Pido desde mis entrañas que por fin las cosas sean distintas para ELLA. Ojalá este granito de arena sirva y mañana me levante con una buena noticia, sería maravilloso.
Hoy y en la oscuridad de la madrugada sólo tengo fé, muchísima.
Haría esto y todo lo que existiera en el universo para despertarme, atender el teléfono y saber que ya estás bien, estás SANA.
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